miércoles, 26 de abril de 2017

El Sexo en la Tercera Edad ¿Existe?.


Sexo sin edad, mentes sin tiempo. 

(Articulo Extraído del Libro "Sexualidad Inteligente" Edit. Grijalbo )



Eduardo tiene 58 años y consulta porque siente que su vida sexual ya no es la de antes. Casi no siente deseo por su mujer, con la que esta hace más de 30 años. No recuerda la última vez que se masturbó y las últimas veces que intentó acercarse a su mujer no logro tener, según él, una buena erección.
Lucas tiene 19 y consulta porque no logra controlar la eyaculación, la mayoría de las veces eyacula antes o apenas logra la penetración. Esto lo trauma y ya hace unos meses que evita cualquier encuentro por miedo a que le pase nuevamente.

Ernestina, tiene un poco más de 60 años y desde que enviudó hace 5, decidió no tener más vida sexual. Dice que no quiere problemas, que tuvo un matrimonio feliz mientras duró y que ahora es otra etapa de su vida donde la sexualidad no es importante.
Carolina, tiene 24 años y no logra disfrutar de los encuentros sexuales porque la acomplejan unos kilos que tiene de más y un poco de celulitis que según ella es desagradable.
Sara, tiene 82 años, enviudó hace 20 y se queja porque “a pesar de su edad”, siente deseo sexual, pero le gustan los hombres muchos más jóvenes y cuando ella insinúa algún deseo de intimidad, la miran como si fuese una degenerada o una vieja loca.
Estos ejemplos demuestran que la sexualidad es un mundo muy subjetivo y personal que cada uno vive a su manera, pero muchas veces nos preguntamos:

¿Cuál es la mejor edad para el sexo?

Para Eduardo, sin duda la mejor edad no son sus 58 años, ni para Lucas sus 19, ni para Ernestina los 60, ni para Carolina o Sara sus 24 y 84 años. Lo que tienen en común todos ellos es que ninguno siente que puede disfrutar plenamente de su sexualidad a la edad que tiene.
Más allá de ejemplos puntuales, la sexualidad se vive de acuerdo a lo que se piensa acerca de ella porque como ya dije: la sexualidad es una creencia. Si se piensa que una buena sexualidad es tener varios orgasmos, una súper erección, o que la sexualidad se termina a los 50, esto se va a reflejar en la sexualidad, de quien lo piense. En definitiva, al igual que la juventud o la vejez, la sexualidad es una creencia.
Hay una idea, muy nociva para la sexualidad, pero compartida por muchos y es la idea de que la sexualidad va perdiendo calidad con los años, y que cada vez se disfruta menos del sexo. Lo más curioso de lo que pasa con la relación entre el sexo y la edad, es que son muy pocos los que piensan que la mejor edad es la que tienen. Tengo pacientes de 50 años preocupados por su edad, pero también de 40 y de 20.

No hay edad para disfrutar de la sexualidad pero tampoco hay edad para estar desconforme.

Esta idea de que el sexo es cada vez menos placentero con el paso de los años, se desprende de pensar al hombre como una máquina, que como tal se agota con el uso. La buena noticia es que el cuerpo humano a diferencia de las máquinas, que se agotan con el uso, es capaz incluso de mejorar cuanto más se lo utiliza. Claro que para el que piense que sólo se puede disfrutar de la sexualidad a los 20, a partir de los 21 comienza la decadencia.
Aprender a disfrutar del momento en el que estamos, y de la sexualidad que tenemos es parte del recorrido. No se trata sólo de usar mucho “nuestra máquina” sino de usarla bien. El exceso de alcohol, de alimentos altos en grasas, la obesidad, el tabaquismo, el estrés, el sobrepeso y el mal manejo de la ansiedad son algunos de los ejemplos del mal uso que se puede hacer del cuerpo y sin duda repercuten en la salud del organismo, la que por supuesto incluye a la salud sexual.

El cuerpo se torna más joven o más viejo según como lo tratemos. Me gusta pensar que el cuerpo de los 20 es un regalo, pero a partir de ahí, e incluso antes, comenzamos a tener el cuerpo que nos merecemos. Y lo mismo pasa con la sexualidad.


Tanto el envejecimiento como la sexualidad son fenómenos fluidos, cambiantes y complejos, pero aún nos encontramos operando bajo la creencia de que se lo puede considerar estrictamente un proceso biológico.

Un estudio clásico que inició el psicólogo de Harvard George Vaillant hace más de 50 años concluye en que el envejecimiento temprano (definido como declinación física irreversible) se retarda con la buena salud mental y se acelera con la mala salud mental y sostiene que los años más formativos para establecer estas condiciones, son los comprendidos entre los 21 y los 46. Según él, una vez que se planta la semilla, los resultados se presentan físicamente durante la cincuentena. Luego de los 50 se entra en lo que algunos llaman “la zona de peligro”, porque es cuando aparecen un gran número de ataques cardíacos, la hipertensión y muchos casos de cáncer.
Coincidentemente con este estudio, suele ser hacia los 50 cuando muchos hombres y mujeres comienzan a creer que la sexualidad se termina. Y si bien eso puede ser cierto para el que lo crea, no necesariamente tiene que ser así.
Shankara, un sabio hindú, dijo: “La gente envejece y muere porque ve a otros envejecer y morir”. El cuerpo envejecido responde al condicionamiento social. Todavía no somos conscientes de la importancia que tienen nuestras creencias. Para el que cree que la sexualidad se termina a los 50 seguramente lo va a confirmar,
Dentro de cada uno de nosotros se oculta la convicción de cómo se debe envejecer, lo cual opera con tanta fuerza que nuestros cuerpos se adaptan a ella.
Hay que poner a prueba las ideas y si no funcionan cambiarlas. Se puede creer en muchas cosas, pero mi consejo es creer en ideas que sirvan para vivir mejor y no para estar peor. Y si las creencias que tenemos nos condicionan y no nos sirven hay que cambiarlas.

Creer que la sexualidad cada día va a ser peor, no solo no nos sirve, sino que se convierte en una realidad que no sólo anticipamos, sino que creamos. Creer que la sexualidad cada día va a ser mejor nos ayuda a crear una sexualidad cada vez más placentera.


Hay pruebas científicas y muchos trabajos que avalan la idea de que la sexualidad nos acompaña desde que nacemos hasta que morimos, y que no sólo no se empobrece con la edad sino que cada día puede ser mejor.
Lo más probable es que el que no disfruta de la sexualidad a los 50, tampoco la haya disfrutado a los 20, pero muchos tienen esa costumbre melancólica y depresiva de pensar que el pasado siempre fue mejor. La mejor sexualidad es la que tenés hoy, porque no hay otra.

La sexualidad nace y se puede enriquecer día a día, pero eso depende de uno mismo.

Estimular la sexualidad con ideas positivas y creativas es el desafío, y la primera idea que hay que cambiar es la de que la sexualidad tiene fecha de vencimiento.
El tiempo es otra ilusión que nos juega en contra y la sexualidad también nos puede ayudar a vencer esta creencia, o acaso a quien no le pasó que durante un encuentro sexual le pareció que el tiempo se detenía. En realidad el tiempo siempre estuvo detenido, pero es la mente la que pone a correr el reloj de arena.
El reloj sirve para organizarse, pero cuando creemos que es algo real la ansiedad gana y nos atrapa.

Dicen que la depresión es exceso de pasado y la ansiedad exceso de futuro, a lo que podemos agregar que una sexualidad inteligente es presente absoluto.

El desafío es dejar el reloj de lado y disfrutar de la sexualidad sin horarios ni almanaques. Disfrutarla, porque cuando la mente no tiene tiempo, la sexualidad no tiene edad.
Y cuando la sexualidad no tiene edad, es eterna.


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