Sexo sin
edad, mentes sin tiempo.
(Articulo Extraído del Libro "Sexualidad Inteligente" Edit. Grijalbo )

Lucas
tiene 19 y consulta porque no logra controlar la eyaculación, la mayoría de las
veces eyacula antes o apenas logra la penetración. Esto lo trauma y ya hace
unos meses que evita cualquier encuentro por miedo a que le pase nuevamente.
Ernestina,
tiene un poco más de 60 años y desde que enviudó hace 5, decidió no tener más
vida sexual. Dice que no quiere problemas, que tuvo un matrimonio feliz
mientras duró y que ahora es otra etapa de su vida donde la sexualidad no es
importante.
Carolina,
tiene 24 años y no logra disfrutar de los encuentros sexuales porque la
acomplejan unos kilos que tiene de más y un poco de celulitis que según ella es
desagradable.
Sara,
tiene 82 años, enviudó hace 20 y se queja porque “a pesar de su edad”, siente
deseo sexual, pero le gustan los hombres muchos más jóvenes y cuando ella
insinúa algún deseo de intimidad, la miran como si fuese una degenerada o una
vieja loca.
Estos
ejemplos demuestran que la sexualidad es un mundo muy subjetivo y personal que
cada uno vive a su manera, pero muchas veces nos preguntamos:
Para
Eduardo, sin duda la mejor edad no son sus 58 años, ni para Lucas sus 19, ni
para Ernestina los 60, ni para Carolina o Sara sus 24 y 84 años. Lo que tienen
en común todos ellos es que ninguno siente que puede disfrutar plenamente de su
sexualidad a la edad que tiene.
Más allá
de ejemplos puntuales, la sexualidad se vive de acuerdo a lo que se piensa
acerca de ella porque como ya dije: la sexualidad es una creencia. Si se piensa
que una buena sexualidad es tener varios orgasmos, una súper erección, o que la
sexualidad se termina a los 50, esto se va a reflejar en la sexualidad, de
quien lo piense. En definitiva, al igual que la juventud o la vejez, la
sexualidad es una creencia.
Hay una
idea, muy nociva para la sexualidad, pero compartida por muchos y es la idea de
que la sexualidad va perdiendo calidad con los años, y que cada vez se disfruta
menos del sexo. Lo más curioso de lo que pasa con la relación entre el sexo y
la edad, es que son muy pocos los que piensan que la mejor edad es la que
tienen. Tengo pacientes de 50 años preocupados por su edad, pero también de 40
y de 20.
No hay
edad para disfrutar de la sexualidad pero tampoco hay edad para estar
desconforme.
Esta idea
de que el sexo es cada vez menos placentero con el paso de los años, se
desprende de pensar al hombre como una máquina, que como tal se agota con el
uso. La buena noticia es que el cuerpo humano a diferencia de las máquinas, que
se agotan con el uso, es capaz incluso de mejorar cuanto más se lo utiliza.
Claro que para el que piense que sólo se puede disfrutar de la sexualidad a los
20, a partir de los 21 comienza la decadencia.
Aprender
a disfrutar del momento en el que estamos, y de la sexualidad que tenemos es
parte del recorrido. No se trata sólo de usar mucho “nuestra máquina” sino de
usarla bien. El exceso de alcohol, de alimentos altos en grasas, la obesidad,
el tabaquismo, el estrés, el sobrepeso y el mal manejo de la ansiedad son
algunos de los ejemplos del mal uso que se puede hacer del cuerpo y sin duda
repercuten en la salud del organismo, la que por supuesto incluye a la salud
sexual.
El cuerpo
se torna más joven o más viejo según como lo tratemos. Me gusta pensar que el
cuerpo de los 20 es un regalo, pero a partir de ahí, e incluso antes, comenzamos
a tener el cuerpo que nos merecemos. Y lo mismo pasa con la sexualidad.
Tanto el
envejecimiento como la sexualidad son fenómenos fluidos, cambiantes y
complejos, pero aún nos encontramos operando bajo la creencia de que se lo
puede considerar estrictamente un proceso biológico.
Un
estudio clásico que inició el psicólogo de Harvard George Vaillant hace más de
50 años concluye en que el envejecimiento temprano (definido como declinación
física irreversible) se retarda con la buena salud mental y se acelera con la
mala salud mental y sostiene que los años más formativos para establecer estas
condiciones, son los comprendidos entre los 21 y los 46. Según él, una vez que
se planta la semilla, los resultados se presentan físicamente durante la
cincuentena. Luego de los 50 se entra en lo que algunos llaman “la zona de
peligro”, porque es cuando aparecen un gran número de ataques cardíacos, la
hipertensión y muchos casos de cáncer.
Coincidentemente
con este estudio, suele ser hacia los 50 cuando muchos hombres y mujeres
comienzan a creer que la sexualidad se termina. Y si bien eso puede ser cierto
para el que lo crea, no necesariamente tiene que ser así.
Shankara,
un sabio hindú, dijo: “La gente envejece y muere porque ve a otros envejecer y
morir”. El cuerpo envejecido responde al condicionamiento social. Todavía no
somos conscientes de la importancia que tienen nuestras creencias. Para el que
cree que la sexualidad se termina a los 50 seguramente lo va a confirmar,
Dentro de
cada uno de nosotros se oculta la convicción de cómo se debe envejecer, lo cual
opera con tanta fuerza que nuestros cuerpos se adaptan a ella.
Hay que
poner a prueba las ideas y si no funcionan cambiarlas. Se puede creer en muchas
cosas, pero mi consejo es creer en ideas que sirvan para vivir mejor y no para
estar peor. Y si las creencias que tenemos nos condicionan y no nos sirven hay
que cambiarlas.
Creer que
la sexualidad cada día va a ser peor, no solo no nos sirve, sino que se
convierte en una realidad que no sólo anticipamos, sino que creamos. Creer que
la sexualidad cada día va a ser mejor nos ayuda a crear una sexualidad cada vez
más placentera.

Lo más
probable es que el que no disfruta de la sexualidad a los 50, tampoco la haya
disfrutado a los 20, pero muchos tienen esa costumbre melancólica y depresiva
de pensar que el pasado siempre fue mejor. La mejor sexualidad es la que tenés
hoy, porque no hay otra.
La
sexualidad nace y se puede enriquecer día a día, pero eso depende de uno mismo.
Estimular
la sexualidad con ideas positivas y creativas es el desafío, y la primera idea
que hay que cambiar es la de que la sexualidad tiene fecha de vencimiento.
El tiempo
es otra ilusión que nos juega en contra y la sexualidad también nos puede
ayudar a vencer esta creencia, o acaso a quien no le pasó que durante un
encuentro sexual le pareció que el tiempo se detenía. En realidad el tiempo
siempre estuvo detenido, pero es la mente la que pone a correr el reloj de
arena.
El reloj
sirve para organizarse, pero cuando creemos que es algo real la ansiedad gana y
nos atrapa.
Dicen que
la depresión es exceso de pasado y la ansiedad exceso de futuro, a lo que
podemos agregar que una sexualidad inteligente es presente absoluto.
El
desafío es dejar el reloj de lado y disfrutar de la sexualidad sin horarios ni
almanaques. Disfrutarla, porque cuando la mente no tiene tiempo, la sexualidad
no tiene edad.
Y cuando
la sexualidad no tiene edad, es eterna.